El Range Rover Sentinel 2020, que hizo su debut en marzo pasado, contiene más de una tonelada de placa de acero balístico y vidrio blindado en su carrocería.
Puede resistir la explosión de una bomba de fabricación casera desde un rango muy cercano, y rondas de balas disparadas por AK-47, AR-15 y pistolas de 9 mm. Su motor V-8, de 510 caballos de fuerza, puede vadear en aguas profundas, descender montañas empinadas y alcanzar 120 mph, una hazaña admirable teniendo en cuenta que el Sentinel pesa 10.000 libras, más del doble que un Range Rover normal.
También tiene una compuerta que permite a los ocupantes escapar por el maletero trasero, en caso de que las puertas se vuelvan inutilizables. Diseñado y construido por el equipo de Operaciones Especiales de Vehículos de Land Rover en West Midlands, Inglaterra, no es el primer vehículo a prueba de balas que la automotriz ha fabricado internamente, pero sin dudas es el más fuerte.
El lanzamiento del Sentinel destaca un segmento de la industria que a menudo pasa desapercibido: la fabricación y venta de vehículos blindados. Y hoy existe una creciente demanda de los consumidores, dispuestos a gastar cientos de miles de dólares por ellos.
“Muchas regiones de todo el mundo se están desarrollando a nivel económico muy rápidamente. Los gastos de defensa se correlacionan, y hemos crecido con eso”, afirmó Philip Nadjafov, cuya familia fundó Isotrex, con sede en Toronto, en 2005. Los negocios en el extranjero, especialmente para cumplir con contratos gubernamentales y de mantenimiento de la paz de la ONU, aumentaron precipitadamente en los últimos tres años, destacó. “La gente está invirtiendo en su seguridad”.
Si bien marcas como Audi, BMW y Land Rover ya ofrecen opciones a prueba de balas, es el aumento de las ventas de muchos proveedores privados en Estados Unidos lo que indica los beneficios reales que se pueden obtener. No existen datos cabales para la industria en general, pero las entrevistas con muchos de ellos refieren a expectativas de crecimiento del mercado cercanas a los dos dígitos, año tras año, en el futuro previsible.
En San Antonio, Lawrence Kosub, de Texas Armoring Corp., inaugurada en 1997, planea abrir una instalación en América Central que pueda fabricar 200 vehículos blindados al año, en comparación con los 50 que ahora produce anualmente.
En Utah, el presidente ejecutivo de ArmorMax, Mark Burton, trabaja en un contrato gubernamental para entregar 140 vehículos Ford a varias agencias a principios de 2020. Ha construido plantas de fabricación en ocho países durante las últimas dos décadas, y el próximo año Burton abrirá un puesto en India.
Algunos, como O’Gara Group, han existido por más de 100 años; la empresa proporcionaba limusinas blindadas en la década de 1940, cuando Harry Truman era presidente y cliente. Otros aparecieron más recientemente: Manhattan Armour fue fundada en la ciudad de Nueva York en 1979; International Armoring Corp. abrió sus puertas en Ogden, Utah, en 1993; y AddArmor en Jackson, Wyoming, en 2017. A todos los impulsa la demanda que se siente en todos los rincones del mundo: desde Brasil hasta Ucrania, Nigeria y Filipinas; todos quieren protección contra cualquier amenaza inminente.
Se estima que entre 200.000 y 300.000 vehículos blindados circulan en las calles a nivel mundial; Brasil lidera la tendencia, con el mayor número de vehículos blindados per cápita en el mundo, según Texas Armoring Corp. Sólo Sao Paolo recibe actualmente 800 vehículos blindados al mes.
Pero aunque el punto candente constante es Brasil, y la necesidad también es palpitante en México, la demanda ahora proviene de naciones de África occidental como Nigeria, cuya creciente economía es la más grande del continente. También desde EE.UU, donde firmas como Texas Armoring Corp. duplicaron sus operaciones. En ArmorMax, Estados Unidos constituye casi el 80% del negocio, un cambio inverso de lo que ocurría hace 20 años. Las ventas a clientes estadounidenses en la subsidiaria de IAC se han multiplicado por ocho desde 1994.
“La gente está preocupada por los actos de violencia al azar”, expone Burton, quien acababa de hablar por teléfono con un posible cliente privado en Chicago. “Son los abogados, los médicos, los ejecutivos de negocios [quienes desean estos vehículos]. Les preocupa que sus familias o sus esposas estén en el lugar equivocado en el momento equivocado”. Es un sentimiento generalizado “de inquietud” lo que ha provocado el aumento, agregó. “La gente sólo quiere tranquilidad mientras conduce”.
La mayoría de los vehículos sometidos a un tratamiento a prueba de balas sufren un proceso invasivo. El proveedor primero elimina todos los componentes no esenciales para disminuir el peso de lo que inevitablemente se convertirá en un aparato muy pesado. Eso significa sacar algunos adornos y cables, alfombras y asientos. Luego, los lados y los pilares del vehículo se cortan en rodajas y se rellenan o sueldan con paneles blindados, a menudo hechos de acero de grado balístico. Un material compuesto más liviano puede incluir resinas especiales, nylon balístico y/o Kevlar, como el que se encuentra en los chalecos antibalas.
A lo largo de la parte inferior y los costados del automóvil, se pueden agregar cortafuegos especiales. También se añade un parachoques de zona de deformación, que permite al vehículo irrumpir a través de bloqueos o escombros sin dañar el radiador y otros mecanismos internos.
En otros puntos, las ruedas están hechas para seguir avanzando incluso en llantas mediante la instalación de rosquillas de polímero donde solían estar los tubos interiores, que funcionarán a 60 mph, aproximadamente, durante cerca de 50 millas antes de desgastarse. Las ventanas son reemplazadas por una “armadura transparente”, un sándwich de una o dos pulgadas de espesor de plástico y vidrio. Cuanto más grueso es, más seguridad proporciona: dos pulgadas protegen contra un solo disparo de un rifle de caza mayor. A menudo, el vidrio más pesado requiere un mantenimiento más que rutinario: “Tenemos una garantía de por vida en el trabajo que hacemos, pero para el vidrio, la garantía es de 24 meses”, explicó Burton. Los motores queman los fusibles que hacen que las ventanas suban y bajen.
Un hombre en México, que solicitó no dar su nombre por razones de seguridad, salvó su vida gracias a un parabrisas así: un atacante disparó un arma directamente a su Mercedes, a plena luz del día. El daño fue simplemente una ventana rota, que necesitó un reemplazo. “El seguro no cubre las ventanas”, agregó.
Rogerico Pagliari, quien vive en Brasil, afirmó que las ventanas de su Volvo S70 a prueba de balas nunca sufrieron disparos, pero eso no significa que no hayan sido útiles. “Una vez, me metí en una emboscada, y me dio la confianza suficiente para acelerar en lugar de parar”, relató.
A veces, el objetivo durante la fabricación es hacer que el vehículo luzca extremadamente discreto, sin signos evidentes de que haya sido modificado para una mayor protección. Inadvertido equivale a ‘no vale la pena’; llamar la atención crea un objetivo.
“Una vez tuvimos una solicitud de un cliente, armamos un Ford Taurus Limited”, relató Kosub. “Es un auto de $40.000, con un blindaje de $100.000. Pero ese es el tipo de cosas que la mayoría de nuestros clientes que se toman en serio la seguridad realmente quieren: algo que pase desapercibido”.
Otras veces, el tratamiento es un símbolo de estatus, con luces intermitentes, megáfonos y sirenas. El nivel de ostentación a menudo depende del país. Lo que se acepta en Venezuela puede no ser tan aplaudido en Honduras.
“En Honduras, se necesita un permiso para tener un vehículo blindado”, comentó Carlos Flores, presidente de Roco 4×4, quien suministra componentes y automóviles blindados bajo una división de Blindajes Inteligentes, en ese país. La naturaleza de los autos ha cambiado allí, comentó, ya que los cárteles de la droga han perdido el poder y la economía ha florecido: mientras que la gente antes necesitaba de altos niveles de seguridad contra ataques de tipo militar -opciones con cortinas de humo y sistemas para electrocutar a intrusos- ahora busca opciones más discretas, que protegen contra agresiones básicas, con armas cortas.
Christopher Davis, propietario de un Audi Q7 a prueba de balas en Colombia, comentó que en Bogotá, si bien no califican exactamente como símbolos de estatus, los vehículos blindados constituyen una cierta muestra de poder en una región que experimentó una violencia espantosa en el pasado no muy lejano. “Es una medida defensiva, porque la gente todavía está asustada y aterrorizada por una violencia que ahora quedó atrás hace más de 20 años”, expuso. “En pocas palabras, las personas no los tienen sin razón. En Colombia, es extraño ver una buena SUV que no esté blindada”.
Muchas de las leyes “irritantes” en Bogotá -por ejemplo la llamada pico y placa, una estrategia de mitigación para limitar el tránsito durante ciertas horas y días en los centros urbanos- prácticamente no se aplican a los coches a prueba de balas, explicó Davis. “Además, la policía no puede detenerlo, ya que técnicamente no pueden ingresar a un automóvil sin una orden judicial. Y algunos autos a prueba de balas tienen estatus gubernamental para actuar básicamente como patrullas policiales en términos de leyes de tránsito, siempre que las luces de emergencia estén encendidas. Por lo general, uno ve a guardias de seguridad escoltando este tipo de vehículos en una motocicleta”.
Independientemente de cuán llamativo o mundano sea el vehículo en el exterior, el desafío principal para quienes los construyen es el peso. El toque más ligero de armadura en un sedán pequeño agregará al coche 500 libras. El vehículo a prueba de balas más rápido del mundo puede ser el Audi RS7 Sportback, que según la compañía puede alcanzar las 200 mph (eso le costará $205.000, si está interesado). En el otro extremo del espectro, el nivel de protección más avanzado agregará 2.500 libras o más, como con el Sentinel.
Es un equilibrio complicado. Los materiales más pesados son los más fuertes contra un ataque, pero también ralentizan el vehículo. Y su peso a menudo requiere de refuerzos mecánicos, como suspensiones reforzadas y reparaciones frecuentes de transmisiones y motores. A veces, se agrega una tercera bisagra en las puertas, para ayudar con el peso -al estilo bóveda bancaria- que se añade cuando son a prueba de balas.
Muchos de los equipos que blindan vehículos anuncian sus propias tecnologías patentadas como las más livianas y resistentes del lote. También hablan de diseño.
Desde sus oficinas en el centro de Los Ángeles y su sede en Canadá, además de una instalación de fabricación en Emiratos Árabes Unidos, Isotrex fabrica un vehículo blindado de transporte de personal Phantom, con un casco en forma de V diseñado para dispersar cualquier explosión que ocurra directamente debajo de su jaula. Además de su grueso casco, la forma única y la composición del material proporcionan la fuente de su seguridad.
“Se trata de dispersar la energía de maneras inteligentes, que lo hacen aún mejor que un automóvil a prueba de bombas”, señaló Nadjafov. “Estos vehículos necesitan alcanzar ciertas velocidades; hay que asegurarse de que las personas regresen [a salvo] con sus familias. Ese es el enfoque principal de nuestra filosofía de diseño”.
El ahorro de peso es considerablemente superior al de las generaciones anteriores, pero aún puede sentirse detrás del volante. Algunas compañías de blindaje ofrecen una capacitación junto con los vehículos que venden, para que los clientes sepan cómo aprovecharlo al máximo y tengan un plan de seguridad en caso de emergencia.
“Hay una gran diferencia entre los vehículos [a prueba de balas y los comunes]”, explicó Sean Kealey, un capitán del ejército de Estados Unidos, en servicio activo en El Paso. Kealey a veces conduce un Humvee básico “como si fuera un auto explorador”, ágil y todo terreno. Pero los Humvees blindados, dice, son mucho menos capaces en terrenos difíciles y son propensos a vuelcos y problemas con la suspensión, el motor y la transmisión, estresados por el peso adicional: “De todas las rodadas que teníamos, los que peor actuaban en las arenas del desierto de Arabia eran los Humvees blindados”, recordó Kealey.
Al menos su billetera sufrirá menos. El valor de un Toyota Land Cruiser blindado o un sedán Mercedes S-Class puede comenzar alrededor de $100.000. Los precios de los productos de alta calidad son mucho más altos: el BMW X5 Security Plus costaba $144.000 cuando debutó en el Salón del Automóvil de Moscú, en 2014; el A8 L Security de Audi valía $140.000 en 2016; y el Pullman Guard de Mercedes-Maybach costaba $1.6 millones cuando salió al mercado, en 2017. En ArmorMax, el monto promedio es de $150.000, detalló Burton.
Rover evitó dar el precio del Sentinel, su última hazaña resistente a las balas, pero su predecesor costaba $445.000 en 2015. Una estimación aproximada sitúa la última versión cerca del medio millón de dólares. La esperanza subyacente, por supuesto, es que nunca haya necesidad de ponerlo a prueba.
Fuente de información: https://www.latimes.com/espanol/eeuu/articulo/2019-11-12/vehiculos-blindados-un-mercado-en-auge